COLUMNA

Una delgada línea

Una delgada línea

Gokul Pillai, diseñador indio, publicó en su cuenta de Instagram [@withgokul] las imágenes de los más conocidos billonarios como si vivieran en la pobreza. Un ejercicio realizado con el apoyo de la herramienta de inteligencia artificial Midjourney que pone en evidencia el común denominador que tenemos entre todos los integrantes de la comunidad: ser personas.

A quienes solemos percibir con una potencia tan inigualable como inagotable, verlos como el más común de las personas nos invita a preguntar en dónde radica la diferencia entre quienes viven en la abundancia casi absoluta y quienes lo hacen en una carestía bien cercana a lo absoluto.

Nos enfocamos en los billonarios y los comparamos con quienes viven en la indigencia extrema pero en realidad donde es necesario intervenir con urgencia es en la mitad de la población global que vive en la pobreza y buscar la forma de acercarla al estado de quienes logran vivir con la dignidad de cubrir sus necesidades con recursos generados por sí mismos, sin dependencias.

Cambio de paradigma

Quizás, para facilitar el tránsito entre la pobreza y una vida con recursos disponibles debemos modificar nuestras creencias vinculadas con la pobreza.

En especial, es oportuno comprender que la pobreza es una condición que reclama ser abandonada [en buena medida por una cuestión de dignidad de la comunidad toda] y que para lograrlo es imprescindible comprender que de la pobreza se sale por el lado de la riqueza.

En concreto, queda claro que para dejar de ser pobre hay que ser rico [lo cual queda muuuy  lejos de ser billonario] y que la riqueza no depende de dinero. No.

Quien hoy está en condición de pobreza no la abandonará recibiendo ayuda monetaria como tampoco lo hará siendo sustituido en aquello que no es capaz de hacer por sí mismo.

Darle dinero a quien es pobre, construir una casa por él, pintar la escuela de sus hijos… no logra más que aportar algo de confort a su pobreza; y no debemos hacer confortable a la pobreza sino reducirla hasta que finalmente desaparezca.

Cuando sostenemos a las personas en su condición de pobres no hacemos más que condenarlos a una pobreza perpetua que además los tiene como rehenes de quienes tienen la amabilidad de “ayudarlos”.

¿Y si probamos de otra forma?

Si entendemos cuál es la delgada línea que separa a quienes son pobres de aquellos que no lo son estaremos mucho más cerca de encontrar el camino acertado.

La razón por la cual hay personas que no son pobres es que cuentan con la capacidad de generar sus propios recursos.

Cuando vemos a quien intenta limpiar parabrisas a los autos detenidos en un semáforo notamos que dispone de una determinación inquebrantable, abundancia de energía, capacidad de superar tanto las inclemencias del clima como el desprecio y los insultos de los conductores… todas ellas cualidades que a disposición de una persona capacitada la llevaría hasta lo más alto de su carrera, si se lo propusiera.

Pero no cuenta con la capacidad de generar riqueza, carece de la educación y el entrenamiento que tiene el resto de la comunidad que no está en su condición.

En apariencia, esto demuestra que con educación se podría eliminar la pobreza. Claro que sí, pero tenemos otro problema que resolver antes, la urgencia.

Quien está en condición de pobreza tiene urgencias cotidianas que no puede desatender para, a cambio, recibir educación. Vivir al día a veces es un lujo para quienes viven minuto a minuto intentando subsistir sin recursos.

¿Nos damos un baño de realismo?

Para reducir la pobreza debemos entender la realidad y, en este contexto, la educación es una suerte de utopía que se alcanzará [eso  esperamos] unas generaciones más adelante.

Mientras tanto, lo que permite que una persona genere sus propios recursos son los talentos; los que -a diferencia del dinero y del tiempo dedicado- al ser compartidos se potencian.

Si a una de las personas que intentan limpiar parabrisas en un semáforo le transmitimos los talentos necesarios para ser pintor en muy poco tiempo contará con un oficio que le permita generar sus recursos con libertad, independencia y dignidad.

Como los talentos necesarios para generar riqueza están concentrados en las empresas [única organización capaz de generar riqueza]; y en las empresas hay latente una crisis entre sus empleados por la falta de desarrollo de los talentos que no requiere su rol dentro de la empresa [pero que cada persona que forma parte de la organización dispone], podremos resolver dos problemas al mismo tiempo.

Si luego de compartir los talentos necesarios para contar con el oficio de pintor el resto de los integrantes de la organización colabora y comparte los talentos necesarios para hacer un flyer con el que difunda su nuevo oficio, los necesarios para que sepa cómo abrir una cuenta en un banco y resolver cobros y pagos, los que le facilitarán la búsqueda de un colaborador cuando lo necesite… la persona que los reciba llegará hasta donde decida llegar, pero lo que es seguro es que no regresará a la condición de pobre.

¿Podemos avanzar un poco más?

Siempre que lo hacemos por la senda de la Sustentabilidad podemos avanzar un poco más, porque si la empresa que comparte sus talentos en el ejemplo anterior se dedica a producir pintura; lo que generará es un vínculo con la comunidad a través del cual será preferida por ella.

Nunca hay un solo camino para resolver todo; pero si encontramos una posibilidad para reducir la pobreza hay unas 4.000 millones de personas listas para recibir nuestros talentos y liberarse de una condena innecesaria.

Fernando Solari

Esta es mi opinión, pero estamos en una comunidad que se enriquece con el diálogo, y aquí abajo tenemos un cuadro de diálogo abierto para intercambiar ideas, ¿te sumás? ¿Compartís tu opinión? ¿Tu punto de vista? ¡Gracias por adelantado! Abrazo

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