COLUMNA

roles (2)

Sustentabilidad nuestra

La sustentabilidad tiene que ver con lo que hacemos, con cómo hacemos lo que hacemos pero, fundamentalmente, con las consecuencias que se desprenden de nuestras acciones que siempre nos alcanzan, para bien y para mal.

Actuar en forma sustentable requiere que dejemos de mirarnos el ombligo y consideremos al otro como parte de la comunidad que integramos y de la que no podemos desligarnos.

Si hay algo que nos condiciona como personas es contar con el instinto gregario que nos lleva a agruparnos y vivir en comunidad, esta tendencia natural contra la que no podemos luchar nos obliga a tener en cuenta al otro para lograr lo mejor de nosotros mismos; o ignorarlos, con consecuencias que siempre nos alcanzarán.

En la comunidad no hay otros; hay nosotros porque siempre formamos parte de un grupo aunque creamos actuar en solitario.

Y somos nosotros los que nos hemos convencidos de la necesidad de actuar según uno de los roles que llevamos a cabo logrando que los empresarios actúen como tal con una obsesión -en distintas graduaciones- por la ganancia económica, los profesionales buscando obstinadamente que todo lo que hagan tenga rigor científico y la lista puede seguir hasta cubrir cada uno de los roles disponibles.

La sustentabilidad, para que ocurra y se desarrolle, reclama que volvamos a considerarnos personas para que nos encontremos rodeados de pares y sea más sencillo considerarlos en todo lo que hacemos dado que eso somos por debajo de todos y cada uno de los roles que llevemos adelante.

Nuestros recursos

Si recuperamos la capacidad de ver más allá de nuestras narices no solo nos encontraremos con personas iguales, en buena medida, a nosotros y diferentes -por fortuna- para que lo que hagamos como comunidad sea superior -en mucho- a la suma lineal de talentos, energías y recursos de todos sus participantes.

Si consideramos a la comunidad como un “nosotros” será mucho más sencillo comprender que los recursos naturales son un bien común. Un bien que no nos permite mantenernos ajenos a su estado de conservación o escasez.

El planeta es compartido sin que logremos que modifique su comportamiento según los títulos de propiedad que podamos obtener; y mucho menos lograremos aislarnos de las consecuencias que genera su pérdida o degradación.

Seguiremos necesitando aire y agua limpios sin que importe que tan ricos o importantes hayamos logrado ser.

Lo único que es compartido en la comunidad son las consecuencias de nuestros actos ya que es imposible mantenernos aislados de la contaminación con la que contribuimos o de la inseguridad que genera la pobreza que ayudamos a generar; como tampoco logran esquivar estos efectos quienes se mantuvieron pasivos.

La riqueza es una búsqueda tan humana como noble que se multiplica cuando la buscamos teniendo en cuenta al otro con el que compartimos la comunidad ya que negarlo es limitarnos y perjudicarnos.

A la comunidad la conformamos todos y cada uno de nosotros a través de los diferentes roles que desempeñamos y lo que hacemos a través de uno de ellos tiene consecuencias que nos involucran en, al menos, alguno de los roles que no podemos evitar asumir.

Si comprendemos que siempre estamos nosotros involucrados en las consecuencias de todo lo que hacemos será más simple buscar beneficios que nos enriquezcan porque el enriquecimiento será para todos.

Si mejora la comunidad mejoramos todos, nosotros incluidos como parte inseparable de ella y es la sustentabilidad la que nos permite lograrlo poniendo en foco -en nuestra noble búsqueda de ganancias- al planeta y a las personas.

Fernando Solari

Esta es mi opinión, pero estamos en una comunidad que se enriquece con el diálogo, y aquí abajo tenemos un cuadro de diálogo abierto para intercambiar ideas, ¿te sumás? ¿Compartís tu opinión? ¿Tu punto de vista? ¡Gracias por adelantado! Abrazo

 

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Sustentabilidad común

La gestión, y resolución, de los problemas y desafíos que enfrentan las comunidades encuentran en la sustentabilidad la oportunidad de obtener al bien común como resultado abarcador.

La detección de problemas que involucran a la comunidad suele seguir un derrotero con escalas que dependen de la óptica desde donde se enfoque el problema; un análisis comprometido con los intereses que responden a una posición predeterminada suelen resultar en una posición considerada ideal para quienes están involucrados, o comulgan, con esa postura en particular.

Y los problemas que afectan a la comunidad suelen ser problemas abarcadores, tanto que requieren de la mirada más amplia que podamos obtener para que la solución que se obtenga lo sea -aunque en distintos grados- para todos los involucrados.

La mirada de la comunidad no puede ser sesgada desde que aceptamos que una auténtica comunidad debe ser integradora para todas las personas que la componen sin importar detalles ni características de ninguna índole.

El intento de gestión de un problema comunitario suele chocar contra la imposibilidad de dejar a todos satisfechos con la solución, cuestión que ha dejado de ser menor cuando virtualmente no quedan personas sin posibilidades de hacer escuchar su voz y compartir sus puntos de vista.

Uno de los tantos avances conceptuales que se van logrando poner en concreto con la evolución que comienza a ganar presencia en el nuevo milenio es que cada vez se hace más difícil presentar como equivalente del “bien común” al “mal menor”.

Los tristemente famosos “daños colaterales” que puso en evidencia la primera guerra transmitida en directo por la TV mundial ya son insostenibles frente a una comunidad que cuenta con herramientas a su disposición para saber lo que ocurre sin ocultamientos y para expresar lo que piensa sin mediadores.

El bien común, que encontraba el impedimento de la gestión comunitaria abarcadora como excusa para su desarrollo pleno, ya tiene a la sustentabilidad como su mejor aliada.

Suma de partes

La comunidad es ciertamente inasible si la consideramos una masa como indican aquellos libros que han quedado invalidados por la realidad, pero si la consideramos compuesta por personas y mantenemos la mirada sobre los individuos veremos que cada uno de ellos lleva adelante diferentes roles; cambiantes y con la particularidad de que algunos de ellos sean compartidos por todos, aunque no presenten sincronía.

El punto de encuentro básico y común es que todos somos hijos y esa coincidencia tan sencilla nos habilita a tener un vínculo que, si se apela al rol de forma apropiada, logrará el compromiso de todos y de cada uno.

Todos somos peatones -con independencia de nuestros roles-, todos somos consumidores -con independencia del qué, cómo y cuánto- y de esa forma vamos formando grupos en los que podremos tener coincidencias y sobre los que podremos involucrarnos por referencia o por pertenencia.

Las variables transversales para todos y cada uno de los grupos que podemos formar -e identificar para tener una gestión positiva dentro de la comunidad- son aquellas variables que gestiona la sustentabilidad.

En todo lo que hagamos estará presente el costado social -porque somos gregarios por naturaleza-, el costado ambiental -porque compartimos la única casa común disponible- y el económico -porque los intercambios los seguimos haciendo a través de papel moneda-.

Para resolver problemas y desafíos comunitarios de forma tal que el resultado sea beneficioso para todos y cada uno de los integrantes de la comunidad la sustentabilidad contiene el mejor patrón de medida ya que, si la triple línea de beneficios ofrece resultados positivos, el bien común que se obtenga será el equivalente a valor para todos los involucrados.

Fernando Solari

Esta es mi opinión, pero estamos en una comunidad que se enriquece con el diálogo, y aquí abajo tenemos un cuadro de diálogo abierto para intercambiar ideas, ¿te sumás? ¿Compartís tu opinión? ¿Tu punto de vista? ¡Gracias por adelantado! Abrazo

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