COLUMNA

comunidad (5)

Sustentabilidad franca

La corriente que lleva a las empresas hacia la sustentabilidad hace rato que ha dejado de ser una tendencia para transformarse en una realidad a la que cada vez menos empresas son capaces de esquivar dejando al más despistado de los analistas frente a la evidencia de que se ha iniciado un camino sin retorno en ese sentido.

Son cada vez menos las empresas que se resisten a presentarse como sustentables y, en la mayoría de los casos donde esto no ocurre suele suceder que simplemente utilizan otra denominación mientras el gen de la sustentabilidad está haciendo su trabajo en forma silenciosa en su ADN.

La razón principal, y poderosa, es que la sustentabilidad actúa con franqueza y respeto por la única condición irrenunciable para toda empresa al considerar que la empresa no debe, de ninguna forma, dejar de ganar dinero.

Reconociendo que “sin ganancia no hay empresa” la sustentabilidad empresaria apunta a favorecer el desempeño empresario desde la variable económica y este es sin dudas un mérito que evita perder tiempo y recursos en eufemismos que terminan siendo destructivos para todos los actores involucrados.

Junto con el desempeño económico la sustentabilidad propone que sea atendido por igual el desempeño social y ambiental buscando -y ayudando- a que la empresa gane con resultados positivos por triplicado que en realidad no representan otra cosa más que asegurar de esa forma que sea también la comunidad la que gane.

No hay mejor negocio que en el que ganan todos los que intervienen y justamente es la sustentabilidad la que impulsa a las empresas a que consigan hacer el mejor negocio para que resulte igual de bueno para la comunidad de la que forman parte.

Empresas emocionales

Como definición la sustentabilidad es inmejorable para impulsar a las empresas hacia el futuro con una propuesta concreta en relación a la búsqueda de beneficios económicos sin embargo hay todavía trabas importantes en la forma de llevar esta forma de actuar al terreno de la realidad.

Cuando las empresas se presentan como sustentables lo hacen apelando al crédito de confianza que les brinda la comunidad que considera que todo lo que digan de sí mismas debe contar con hechos concretos que le sirven de apoyo y sostén.

Es absurdo presentarse frente a la comunidad apelando a cualidades que no tenemos porque cuando esta falta se ponga en evidencia quedará expuesto nuestro engaño y junto con la vergüenza se llevará una buena parte de nuestra credibilidad.

En un ambiente competitivo como es el que alberga a las empresas de todo tipo no tiene sentido tentar a nuestros competidores haciendo pié en un terreno que no nos corresponde porque sabrán cómo hacer para que perdamos el equilibrio sin posibilidad de inculpar a ningún extraño a nuestra empresa por el traspié.

El misterio se concentra en por qué seguimos llevando a cabo acciones filantrópicas, con resultados que en el mejor de los casos son temporales y nunca abarcan a la empresa que las promueve, en nombre de la sustentabilidad si por definición es una actividad que nos ofrece otra forma de vínculo comunitario y mejores resultados para la comunidad de la que formamos parte.

Quizás la respuesta dependa de recordar que las empresas -como toda organización de cualquier tipo- está formada por personas y que a las personas las mueven las emociones mucho antes que la razón.

Lo cierto es que la sustentabilidad tiene mucho espacio por delante y una potencia virtualmente inagotable que todavía no ha sido puesta en práctica en toda su expresión por lo que aplicarla tal cual se presenta será un motor de progreso y enriquecimiento para todos los actores de la comunidad.

Fernando Solari

Esta es mi opinión, pero estamos en una comunidad que se enriquece con el diálogo, y aquí abajo tenemos un cuadro de diálogo abierto para intercambiar ideas, ¿te sumás? ¿Compartís tu opinión? ¿Tu punto de vista? ¡Gracias por adelantado! Abrazo

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Sustentabilidad nuestra

La sustentabilidad tiene que ver con lo que hacemos, con cómo hacemos lo que hacemos pero, fundamentalmente, con las consecuencias que se desprenden de nuestras acciones que siempre nos alcanzan, para bien y para mal.

Actuar en forma sustentable requiere que dejemos de mirarnos el ombligo y consideremos al otro como parte de la comunidad que integramos y de la que no podemos desligarnos.

Si hay algo que nos condiciona como personas es contar con el instinto gregario que nos lleva a agruparnos y vivir en comunidad, esta tendencia natural contra la que no podemos luchar nos obliga a tener en cuenta al otro para lograr lo mejor de nosotros mismos; o ignorarlos, con consecuencias que siempre nos alcanzarán.

En la comunidad no hay otros; hay nosotros porque siempre formamos parte de un grupo aunque creamos actuar en solitario.

Y somos nosotros los que nos hemos convencidos de la necesidad de actuar según uno de los roles que llevamos a cabo logrando que los empresarios actúen como tal con una obsesión -en distintas graduaciones- por la ganancia económica, los profesionales buscando obstinadamente que todo lo que hagan tenga rigor científico y la lista puede seguir hasta cubrir cada uno de los roles disponibles.

La sustentabilidad, para que ocurra y se desarrolle, reclama que volvamos a considerarnos personas para que nos encontremos rodeados de pares y sea más sencillo considerarlos en todo lo que hacemos dado que eso somos por debajo de todos y cada uno de los roles que llevemos adelante.

Nuestros recursos

Si recuperamos la capacidad de ver más allá de nuestras narices no solo nos encontraremos con personas iguales, en buena medida, a nosotros y diferentes -por fortuna- para que lo que hagamos como comunidad sea superior -en mucho- a la suma lineal de talentos, energías y recursos de todos sus participantes.

Si consideramos a la comunidad como un “nosotros” será mucho más sencillo comprender que los recursos naturales son un bien común. Un bien que no nos permite mantenernos ajenos a su estado de conservación o escasez.

El planeta es compartido sin que logremos que modifique su comportamiento según los títulos de propiedad que podamos obtener; y mucho menos lograremos aislarnos de las consecuencias que genera su pérdida o degradación.

Seguiremos necesitando aire y agua limpios sin que importe que tan ricos o importantes hayamos logrado ser.

Lo único que es compartido en la comunidad son las consecuencias de nuestros actos ya que es imposible mantenernos aislados de la contaminación con la que contribuimos o de la inseguridad que genera la pobreza que ayudamos a generar; como tampoco logran esquivar estos efectos quienes se mantuvieron pasivos.

La riqueza es una búsqueda tan humana como noble que se multiplica cuando la buscamos teniendo en cuenta al otro con el que compartimos la comunidad ya que negarlo es limitarnos y perjudicarnos.

A la comunidad la conformamos todos y cada uno de nosotros a través de los diferentes roles que desempeñamos y lo que hacemos a través de uno de ellos tiene consecuencias que nos involucran en, al menos, alguno de los roles que no podemos evitar asumir.

Si comprendemos que siempre estamos nosotros involucrados en las consecuencias de todo lo que hacemos será más simple buscar beneficios que nos enriquezcan porque el enriquecimiento será para todos.

Si mejora la comunidad mejoramos todos, nosotros incluidos como parte inseparable de ella y es la sustentabilidad la que nos permite lograrlo poniendo en foco -en nuestra noble búsqueda de ganancias- al planeta y a las personas.

Fernando Solari

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Sustentabilidad en grupos

La sustentabilidad resulta, en buena medida, del vínculo que seamos capaces de construir con la comunidad presentando esta gestión algunos desafíos sobre los que vale la pena detenerse para poder resolverlos de la mejor forma posible.

La comunidad es una abstracción inasible con la que tenemos sensaciones encontradas ya que formar parte de ella nos genera sentido de pertenencia familiar mientras hay sectores que nos resultan completamente extraños e incomprensibles.

La comunidad finalmente es una sola y llega al extremo en que es claro notar que somos parte de la humanidad sin que importe el color, la nacionalidad, el sitio de origen como tampoco el de residencia ni sus orientaciones, ideas o creencias.

Hay verdades universales y modelos de gestión; la sustentabilidad forma parte de la posibilidad de que cada uno de nosotros -integrantes sin dudas de la humanidad global- podamos gestionar un vínculo de valor con la comunidad.

Todo tipo de organización -las empresas no quedan fuera- son grupos de personas que comparten razones y emociones para mantenerse unidas; en las empresas esto se sintetiza a través de una misión [lo que la empresa hace], visión [la aspiración que pretende alcanzar la empresa] y los valores [la forma en que quiere funcionar] que, en tanto y en cuanto sean compartidos, mantendrá al grupo unido.

Esa empresa, como todas las demás, forma parte de la comunidad por dos razones; porque su actuación ocurre en la comunidad y porque las personas que la conforman lo hacen llevando a cabo uno de sus tantos roles mientras los restantes los siguen desarrollando en la comunidad [gerente en la empresa; transeúnte, padre, hijo, hermano, socio de un club… en la comunidad. Todos roles que corresponden a una sola persona como ocurre con las restantes].

Para la empresa formar parte de la comunidad es una condición ineludible que tiene que sostener por lo que requiere que la comunidad la acepte como integrante y que la relación sea enriquecedora para ambas partes.

El vínculo con la comunidad suele ser puesto en evidencia a través de una acción impactante que la empresa lleva a cabo con un emergente de la comunidad y es así como hay empresas que hacen grandes donaciones a un hospital sensible [generalmente dedicado a la atención de niños, por tomar solo un ejemplo entre tantos] para demostrar su compromiso comunitario, logrando que la intensidad del episodio evite que se preste atención al resto de las acciones que lleva a cabo la empresa.

Partes de un todo

Esto funcionó mientras la comunidad estuvo en buena parte concentrada detrás de los medios masivos que la tenían como público pasivo pero parte de los cambios del nuevo milenio hacen que cada grupo de los que conforman la comunidad tenga voz propia y requiera ser tenido en cuenta por lo que la relación con la comunidad deja de estar concentrada y pasa a atomizarse por grupos.

Los llamados “grupos de interés”, aquellos cuyo comportamiento afecta a la empresa tanto como el desempeño de la empresa los afecta a ellos son los grupos que -sin importar su magnitud- deben tener un vínculo de valor con la empresa para que ésta opere sin crisis a través de una relación donde la empresa sea proactiva y sea capaz de poner en evidencia el valor que genera para cada grupo considerando como valor lo que para cada grupo sea tal.

La diversidad de casos en los que los grupos de interés modifican las actuaciones de las empresas tiene una evidencia representativa en los casos en los que vecinos de plantas industriales con inversiones multimillonarias han obligado a cambiar los planes de la empresa.

Tener la oposición de los vecinos por considerar inconveniente la presencia de la empresa es razón suficiente para obligar a un cambio de planes radicales en oposición a lo que podrían considerar grupos en apariencia más poderosos.

La conocida “licencia para operar” que brinda la comunidad está teniendo cada día más exigencias por parte de los grupos de interés y requiere mayor atención por parte de las empresas en su búsqueda por llevar a cabo una gestión sustentable concreta.

Fernando Solari

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Sustentabilidad esférica

La sustentabilidad implica un cambio tan simple como radical; es simple porque consiste en recuperar nuestra naturaleza y es radical porque requiere que regresemos de preconceptos que nos han alejado del punto de equilibrio que nos ofrece la naturaleza de la que formamos parte.

La naturaleza nos brindó cualidades que nos obligan a ser protagonistas de la evolución por nuestra capacidad de intervención sobre la misma naturaleza; estar sujeto a sus leyes mientras tenemos la capacidad de modificar su desarrollo aturde al mejor preparado.

La naturaleza le debe temer al hombre sin que esta potencia humana sea suficiente para doblegar sus designios ya que la supervivencia del hombre sigue estando sujeta a las fuerzas de la naturaleza.

Estamos frente a una encrucijada compleja que nos obliga a replantear nuestro comportamiento comenzando por nuestra forma de pensar.

La evolución ha puesto al hombre como centro del universo gracias a su capacidad de dominio; instalar ciudades en desiertos, dominar la energía nuclear, ganarle tierra al mar, modificar el rumbo de ríos son algunas muestras capaces de entusiasmar al hombre más tímido y reacio a creer en su poder.

Tenemos noticias de que hubo un ser dominante por instinto y energía -dinosaurios- que finalmente desapareció de la faz de la tierra por decisión de la naturaleza y el mundo siguió su rumbo sin conflictos melancólicos a la vista pero tenemos margen para presumir que en el caso del hombre las cosas puedan ser diferentes.

La evolución innegable del hombre tiene la paradoja de acercarlo cada vez más a la naturaleza para poner en evidencia su dependencia dado que su subsistencia depende de ella.

Podemos dominar a la naturaleza y ponerla a nuestro servicio pero ese poder nos condena.

Debemos respetar a la naturaleza porque estamos hechos de ella y en nuestro andar, en nuestras decisiones, debemos considerarla; tanto como ocurre cuando se trata de la comunidad.

Si miramos hacia la comunidad de ninguna forma estamos mirando hacia afuera tal y como ocurre con la naturaleza.

El mundo es tridimensional

El hombre se ha instalado, por capacidad y evolución, en el centro de un universo compuesto por tres ejes que le dan forma a un sistema esférico.

La forma esférica es la que mejor permite el desarrollo, evolución y progreso de la vida de cada una de las personas que componen el mundo; un mundo único, compartido e integrado por esas mismas tres variables en diferentes proporciones.

El primer eje es el de los beneficios, el que controla la conveniencia y -en tanto y en cuanto no se modifique el sistema predominante- está dominado por la economía, en especial por la disponibilidad económica de cada persona.

El segundo eje tiene que ver con la posición dominante compartida que tiene cada persona con el resto de la comunidad vinculado con nuestro instinto gregario y en especial con las interacciones inevitables entre personas con cualidades diferentes y en muchos sentidos complementarias. Al no estar solos en el mundo no podemos tomar decisiones que involucren a otros sin tener consecuencias con la evidencia de que el respeto por los otros es el mejor camino para ser respetados.

El eje restante es aquel dominado por la naturaleza que se encarga de recordarnos que nuestro poder resulta insignificante frente a la potencia infinita e indómita de la naturaleza.

Tres ejes forman una esfera cuando son simétricos mostrando la mejor expresión de nosotros mismos cuando tenemos en cuenta a nuestra conveniencia sin descuidar al resto de quienes conforman nuestra comunidad ni a la naturaleza de la que formamos parte.

Considerar a los tres ejes de manera equitativa, y por lo tanto equilibrada, es lo que hace la sustentabilidad; permitiendo que alcancemos la figura esférica que representa la mejor metáfora para avanzar sin obstáculos sobre cualquier superficie hacia donde el valor obtenido sea beneficioso para todos.

Fernando Solari

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Sustentabilidad activa

La sustentabilidad nos ofrece una forma de gestionar los grupos en los que estamos involucrados de forma tal que los resultados sean de valor y abarcadores para todos los involucrados.

Gestionar un grupo de manera sustentable no depende de las personas que lo integren sino de su voluntad de generar acciones cuyos resultados sean de valor abarcando toda su humanidad; y la humanidad, de forma integral, la abarcamos si consideramos nuestras acciones según una triple línea de resultados.

Si actuamos sin generar recursos económicos estos deberán surgir de otras fuentes; esto llevado al terreno concreto equivale a que otro inyecte su dinero en nuestra actividad y, por esa razón, deje de hacerlo en donde considere oportuno.

Si actuamos sin respetar al resto de la comunidad, los estaremos obligando a que se adecuen a nosotros sin consideración por sus necesidades o deseos.

Si actuamos sin considerar al medioambiente que necesitamos para vivir y la naturaleza de la que formamos parte nos estamos poniendo en contra de nosotros mismos.

Cualquiera de estas formas de actuar lo que generan es una reacción contraria a nuestros propósitos que en realidad no es más que defensiva ya que no tenemos derecho para actuar desconsiderando a los recursos que consumimos.

Y justamente consumir no es un propósito sostenible porque demanda el agotamiento de los recursos de los cuales depende.

Actuar y comunicar

Gestionar de forma sustentable requiere transformar los recursos en valor, una actividad muy lejana respecto de consumirlos -o peor aún, de desecharlos-.

Transformar los recursos significa, en primer lugar, convertirlos en algo mayor a lo que eran por sí solos buscando la unión que los potencie.

Hay infinidad de variables que permiten transformar recursos en valor pero la que sobresale con capacidad de común denominador es el aporte capacitante.

Si sabemos hacer algo, si tenemos la salida o solución de un problema o necesidad lo vamos a conservar -nos vamos a apropiar de nuestro hallazgo- si lo compartimos y ponemos en evidencia el vínculo que nos une a nosotros con la solución que se obtiene aplicándolo.

Lograrlo va a demandar dejar de lado algunos prejuicios, en especial aquel que considera que hacer es suficiente y que el reconocimiento por lo que hagamos llegará como resultado de lo meritorio de nuestra acción.

Esto no es falso, tan solo es incompleto.

Tenemos que actuar y la forma de actuar, cuando la aplicamos para obtener resultados de valor en términos económicos, sociales y ambientales; es haciendo y mostrando cómo lo hacemos para que pueda ser imitado, replicado de forma tal que mantenga el vínculo de valor con quienes generamos el resultado positivo.

De esta forma vamos a lograr que los hechos no se limiten a generar recuerdos; al sumarle comunicación conseguiremos que se obtengan resultados aplicables capaces de generar valor a la comunidad de la que formamos parte.

Fernando Solari

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