COLUMNA

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Sustentabilidad redimida

Si coincidimos en que la sustentabilidad es un proceso debemos aceptar que las empresas puedan poner sus mejores energías en pos de lograr la sustentabilidad como un objetivo inalcanzable que toma sentido con cada una de las metas que se logran al tiempo de mantenerse como estímulo suficiente para que la búsqueda no se interrumpa.

El análisis de todo tipo de organizaciones nos obliga a llegar al punto en que la evidencia nos recuerda que están conformadas por personas.

Personas iguales a cualquiera de nosotros compartiendo defectos y virtudes tanto como fortalezas y debilidades quienes, al actuar en grupos organizados tienen una misión en común con la que persiguen una visión compartida poniendo en juego ciertos y determinados valores que los diferencian de lo que pueden hacer otros grupos similares.

La sustentabilidad encaja a la perfección en forma dinámica con la visión dado que es un imán que nos atrae hacia un futuro mejor sin que nunca lo alcancemos plenamente como para dejar de buscarlo y poner energías en el intento.

Hacia la sustentabilidad nos dirigimos sin que seamos muchos los que venimos desde un terreno que se pueda considerar sustentable.

Tal y como suele ocurrir con la mayoría de las tendencias que se imponen en el mercado éstas pasan a ser un parámetro de medida que lleva a algunos extremistas a considerar a quienes no tienen antecedentes en la materia como invalidados para formar parte del grupo de quienes, en este caso en particular, no hacen otra  cosa más que dirigirse hacia la sustentabilidad.

Cambio y mejora

Es la naturaleza misma de los negocios la que ha llevado a las empresas a actuar abriendo camino a fuerza de innovación de forma tal que se impusieron costumbres que luego el tiempo descubrió no eran las que debían mantenerse.

El progreso y energía de la revolución industrial llevó a que la adrenalina se disparara frente a una imagen de fábricas ruidosas y humeantes de las cuales no solo estaban orgullosos quienes eran sus propietarios sino que la euforia se contagiaba entre sus empleados y las comunidades que las albergaban.

El hecho de que hoy sea inadmisible una planta que contamine tanto el aire como los oídos de quienes trabajan en ella y quienes residen cerca no significa que tengamos que juzgar mal a quienes lo hicieron cuando se suponía que era lo mejor para todos.

En una presentación reciente el presidente de una multinacional de origen europeo que había pagado miles de millones de dólares en los EEUU y de euros en Europa al admitir su participación en prácticas corruptas para evitar que hubiera fallos que compliquen mucho más a su compañía compartía con honradez que “es muy difícil decirles que no a los inversores”.

Los errores se pagan, esa es una cruda verdad; pero también es justo decir que de los errores se vuelve y que la sustentabilidad es un camino integral para redimir errores por ser su visión tan abarcadora como integradora.

Nunca estamos condenados sin retorno por lo que hicimos y mucho menos si actuamos según tendencias aceptadas en el momento en que lo hicimos, esa suele ser una situación común que no hace más que indicar nuestra disposición a innovar y aceptar las tendencias que se difunden en el mercado.

Sí es justo reconocer que si nos hacemos cargo de los errores que cometimos y nos disponemos a mejorar, aprendiendo del pasado y apuntando con claridad hacia el futuro no hay mejor forma de hacerlo que a través de la sustentabilidad.

La sustentabilidad, a pesar de ser una búsqueda constante tiene la capacidad de generar valor en cada una de sus metas para todos los actores que intervienen al tiempo de permitirnos redimir nuestros errores y avanzar hacia el progreso de toda la comunidad que nos incluye.

Fernando Solari

Esta es mi opinión, pero estamos en una comunidad que se enriquece con el diálogo, y aquí abajo tenemos un cuadro de diálogo abierto para intercambiar ideas, ¿te sumás? ¿Compartís tu opinión? ¿Tu punto de vista? ¡Gracias por adelantado! Abrazo

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Sustentabilidad gradual

La sustentabilidad, en mayor o menor medida, en distintas versiones y en diferentes graduaciones, se termina imponiendo como parte de la actividad empresarial para acercarse al punto en que su aporte de valor enriquezca tanto a la comunidad como a la empresa que la lleva a cabo.

En ese avanzar a favor de la comunidad -y de nuestro negocio- a través de la sustentabilidad vamos pasando etapas lógicas y razonables que deben implicar un crecimiento para validarlas teniendo por primer punto la identificación del valor generado y de su cobertura.

Si con lo que hacemos a favor de la comunidad no generamos valor, por menor que este sea, estamos haciendo algo que suponemos tiene que ver con la sustentabilidad medido según nuestro criterio; y la sustentabilidad si algo ha logrado a lo largo de su evolución es un acuerdo conceptual vinculado con su aporte y con su alcance.

Sustentabilidad implica, en primer lugar, generar valor teniendo en cuenta que valor no equivale necesariamente a dinero sino que lo incluye integrando otros muchos valores básicos y fundamentales que en muchos casos son necesarios para ganar dinero.

En segundo lugar el acuerdo alcanzado en relación con la sustentabilidad es aquel que tiene que ver con la necesidad de medir lo que hacemos con una triple vara; la económica se mantiene porque sigue siendo ineludible pero debe ser compartida con los resultados sociales y ambientales que generamos.

En especial en el ámbito empresario si bien no podemos dejar de ganar dinero lo que no podemos es hacerlo a costa de generar pérdidas en el terreno social o ambiental.

Evitar pérdidas -o daños- sociales o ambientales como consecuencia de nuestra ganancia económica no es más que la puerta de ingreso a la sustentabilidad ya que su aporte diferencial y competitivo tiene que ver con cuanto valor aportemos en esos terrenos.

Poco, pero eficiente

Puestos a trabajar en el terreno de la sustentabilidad lo razonable es hacerlo en forma gradual sin que esto signifique que nos quedemos con buenas intenciones sin alcanzar resultados.

Si bien la actitud es determinante, cuando lo hacemos para cumplir -o porque el resto del mercado lo hace- nos limitamos a la buena voluntad con la impresión de que participamos sumando nuestro aporte.

Así es como los mails corporativos siguen incluyendo mensajes que alertan sobre los efectos negativos en caso de imprimir el mensaje, que transmiten culpa por anticipado y que exigen sea analizada la necesidad antes de cometer la imprudencia.

A la tendencia se suman los cajeros automáticos que alertan sobre el daño que causa el consumo de papel al medioambiente mientras ofrecen la opción de imprimir o no el ticket con la operación realizada entregando su responsabilidad a manos del cliente.

Las empresas que organizan un sorteo entre aquellos clientes sensibles y responsable que decidan dejar de recibir facturas en papel facilitando la labor de la empresa, su gestión de costos y su involucramiento sustentable.

Las cadenas que proponen dejar la incomodidad del cambio chico para que la empresa done el resultado en una acción donde quienes financian su supuesta sustentabilidad no entran en la foto.

Las acciones se repiten con variables pero con la transmisión de culpa siempre presente y destinada a movilizar al otro para cumplir con metas internas que de hecho se documentan prolijamente en los reportes de sustentabilidad.

La sustentabilidad es gradual, sin dudas, pero para que así sea tiene que comenzar con la orientación apropiada y la variación estará en su intensidad que se incrementará a medida que avancemos, aprendamos y mejoremos la forma de aplicarla.

Fernando Solari

Esta es mi opinión, pero estamos en una comunidad que se enriquece con el diálogo, y aquí abajo tenemos un cuadro de diálogo abierto para intercambiar ideas, ¿te sumás? ¿Compartís tu opinión? ¿Tu punto de vista? ¡Gracias por adelantado! Abrazo

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